No podía empezar este blog sin aclarar primero de dónde viene, en qué consiste y cómo está cambiando mi profesión, porque seguro que alguna vez a casi todos los Arquitectos Técnicos o Aparejadores les han hecho esta pregunta familiares, amigos o conocidos que no sean del sector de la construcción. Pero el verdadero problema empieza si te lo pregunta alguien de Alemania, Francia, Inglaterra, o más fácil aún, de Chile o México, ya que Arquitecto Técnico o Aparejador no existe en ningún otro país. ¿Será que el nombre de Arquitecto Técnico o Aparejador induce a confusión?
UN POCO DE HISTORIA
Para aclararlo nos remontaremos al año 1431 donde encontramos la primera referencia histórica del término Aparejador en un enterramiento en la Capilla de Saldaña, en el Monasterio de Santa Clara (Tordesillas, Valladolid), confirmando que es un cargo de los más antiguos de España:
"Aquí yace Guillen de Rohan, maestro de la iglesia de Leon et apareiador desta capilla".
Sin embargo ya existían Aparejadores antes del siglo XV aunque está peor documentado, siendo el Aparejador no una profesión como tal, sino un cargo dentro de los gremios de construcción por el cual diversos Maestros de Obras ejercieron de Aparejadores en determinadas obras de gran volumen como una división racional del trabajo, surgiendo una nueva jerarquía profesional, en obras reales principalmente, que distingue entre Aparejadores Primeros (solía corresponderse con el Maestro de Cantería) y Aparejadores Segundos (que se correspondían con el Maestro de Carpintería), descargando así al Maestro de Obra (llamado Maestro Mayor en obras reales) de otras labores ajenas a la realización de traças (proyectar) y dirección de obra. Por tanto, los Maestros de Obras y los Aparejadores podían intercambiar sus roles, de tal forma que un Maestro de Obra en una obra podía ejercer de Aparejador en otra, y viceversa, siendo el de mayor prestigio profesional y el de mayor genialidad en su dilatada experiencia el que actuaba como Maestro Mayor.
Para aclararlo nos remontaremos al año 1431 donde encontramos la primera referencia histórica del término Aparejador en un enterramiento en la Capilla de Saldaña, en el Monasterio de Santa Clara (Tordesillas, Valladolid), confirmando que es un cargo de los más antiguos de España:
"Aquí yace Guillen de Rohan, maestro de la iglesia de Leon et apareiador desta capilla".
Sin embargo ya existían Aparejadores antes del siglo XV aunque está peor documentado, siendo el Aparejador no una profesión como tal, sino un cargo dentro de los gremios de construcción por el cual diversos Maestros de Obras ejercieron de Aparejadores en determinadas obras de gran volumen como una división racional del trabajo, surgiendo una nueva jerarquía profesional, en obras reales principalmente, que distingue entre Aparejadores Primeros (solía corresponderse con el Maestro de Cantería) y Aparejadores Segundos (que se correspondían con el Maestro de Carpintería), descargando así al Maestro de Obra (llamado Maestro Mayor en obras reales) de otras labores ajenas a la realización de traças (proyectar) y dirección de obra. Por tanto, los Maestros de Obras y los Aparejadores podían intercambiar sus roles, de tal forma que un Maestro de Obra en una obra podía ejercer de Aparejador en otra, y viceversa, siendo el de mayor prestigio profesional y el de mayor genialidad en su dilatada experiencia el que actuaba como Maestro Mayor.
Cabe recordar que los profesionales en la construcción de esa época eran:
A partir de 1736, cuando se crea la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando, el modelo gremial del maestro constructor va sustituyéndose por otro de división en el trabajo gracias a la profesionalización del arquitecto-artista diseñador, impulsado además por las ideas renacentistas, e ilustradas posteriormente, que influyó en la concepción del arte de construir como una ciencia que no tenía cabida en las corporaciones gremiales, más utilitarias y menos doctrinales. Por ello a partir de entonces comenzaron las frecuentes disputas por las atribuciones profesionales entre los Arquitectos y los Maestros de Obras. Los Arquitectos, por su parte, reclamaban la exclusividad en el proyecto y también en la dirección de obras, mientras que los Maestros de Obras pretendían que esa exclusividad de los Arquitectos se reservase sólo a obras oficiales y monumentales, rigiendo para el resto el principio de libre competencia.
El Estado resolvió esta disputa el 24 de enero de 1855 con el llamado Decreto Luján, que eliminó el título de Maestro de Obras, sustituyéndolo por el título de Aparejador, con el cual no podrían pedir derechos ni prerrogativas adquiridas, ya que subordinaba sus actividades a la de los Arquitectos. A lo largo de todo el siglo XIX se produjeron reacciones por parte de los Maestros de Obras cuyo título fue reimplantado (Ley Moyano, 1857), eliminándose el título de Aparejador como cualificación profesional (8 de enero de 1870), aunque duró poco, ya que a través del Real Decreto de 20 de agosto de 1895 se introdujo nuevamente de forma oficial el título de Aparejador, cuyas atribuciones no se fijaron hasta 1902, 1905 y 1912. A lo largo de todos estos años se produce también una abundante legislación que trata de regular la intervención en diversos tipos de obras de Ingenieros de Caminos, Industriales, Ingenieros Militares, Ayudantes de Obras Públicas y Arquitectos.
Sin embargo, en el resto de Europa la evolución fue muy diferente, así el Maestro de Obras medieval (Foreman, Baumeister, Maître d’œuvre) siguió desarrollándose y se convirtieron en lo que hoy son los Ingenieros Civiles con especialidad en Edificación (Bauingenieur), o simplemente Ingenieros de Edificación (Building Engineer, Ingegnere Edile), aunque es cierto que más adelante gracias al aumento de la especialización en el mundo anglosajón han aparecido nuevas figuras profesionales en el ámbito de la edificación, como son: Quantity Surveyor, Project Manager, Construction Manager, Building Surveyor, etc.
Pero la historia no termina aquí, porque en 1940 se crean los primeros Colegios Oficiales de Aparejadores y en 1955 aparecen las primeras Escuelas de Aparejadores, desvinculadas por primera vez de las Escuelas de Arquitectos como centros docentes con personalidad jurídica propia. Sin embargo, en 1964 a través de un Real Decreto se produce una reordenación de las enseñanzas técnicas en España, cambiando la denominación de las enseñanzas técnicas de grado medio cuyos titulados pasan a denominarse Ingenieros Técnicos y Arquitecto con la adición de su especialidad, por lo que el título de Aparejador pasó a llamarse Arquitecto en Economía y Arquitecto en Ejecución de Obras, sin embargo no es difícil de prever que este Real Decreto fuese anulado por una sentencia del Tribunal Supremo tras diversas reclamaciones, y en 1971 se denominase simplemente Arquitecto Técnico fijándose así parte de las competencias actuales, que fueron completadas con la Ley 33/1992, el Real Decreto 1627/97 y la Ley 38/99 de Ordenación de la Edificación (L.O.E.)
- el Maestro de Obras: cuyo contenido alcanzaba todo tipo de construcciones de edificación y civiles, concurriendo en el Aparejador, si la obra era de gran volumen, las funciones de constructor, proveedor de materiales, contratista de la mano de obra y director de las obras.
- el Alarife: era un oficial designado, vinculado fundamentalmente con la ejecución de obras públicas y en el control de todas las obras dentro de un municipio.
- el Arquitecto: que aparece a finales del siglo XVI con la recepción de las ideas del Renacimiento Italiano, siendo Juan Bautista de Toledo el primero en llamarse Arquitecto Oficial, por orden de Felipe II, al iniciar las obras de el Monasterio de El Escorial donde ejerció de Maestro Mayor, gracias a su larga trayectoria como discípulo de Miguel Ángel, ya que fue Aparejador en la Basílica de San Pedro en Roma.
A partir de 1736, cuando se crea la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando, el modelo gremial del maestro constructor va sustituyéndose por otro de división en el trabajo gracias a la profesionalización del arquitecto-artista diseñador, impulsado además por las ideas renacentistas, e ilustradas posteriormente, que influyó en la concepción del arte de construir como una ciencia que no tenía cabida en las corporaciones gremiales, más utilitarias y menos doctrinales. Por ello a partir de entonces comenzaron las frecuentes disputas por las atribuciones profesionales entre los Arquitectos y los Maestros de Obras. Los Arquitectos, por su parte, reclamaban la exclusividad en el proyecto y también en la dirección de obras, mientras que los Maestros de Obras pretendían que esa exclusividad de los Arquitectos se reservase sólo a obras oficiales y monumentales, rigiendo para el resto el principio de libre competencia.
El Estado resolvió esta disputa el 24 de enero de 1855 con el llamado Decreto Luján, que eliminó el título de Maestro de Obras, sustituyéndolo por el título de Aparejador, con el cual no podrían pedir derechos ni prerrogativas adquiridas, ya que subordinaba sus actividades a la de los Arquitectos. A lo largo de todo el siglo XIX se produjeron reacciones por parte de los Maestros de Obras cuyo título fue reimplantado (Ley Moyano, 1857), eliminándose el título de Aparejador como cualificación profesional (8 de enero de 1870), aunque duró poco, ya que a través del Real Decreto de 20 de agosto de 1895 se introdujo nuevamente de forma oficial el título de Aparejador, cuyas atribuciones no se fijaron hasta 1902, 1905 y 1912. A lo largo de todos estos años se produce también una abundante legislación que trata de regular la intervención en diversos tipos de obras de Ingenieros de Caminos, Industriales, Ingenieros Militares, Ayudantes de Obras Públicas y Arquitectos.
Sin embargo, en el resto de Europa la evolución fue muy diferente, así el Maestro de Obras medieval (Foreman, Baumeister, Maître d’œuvre) siguió desarrollándose y se convirtieron en lo que hoy son los Ingenieros Civiles con especialidad en Edificación (Bauingenieur), o simplemente Ingenieros de Edificación (Building Engineer, Ingegnere Edile), aunque es cierto que más adelante gracias al aumento de la especialización en el mundo anglosajón han aparecido nuevas figuras profesionales en el ámbito de la edificación, como son: Quantity Surveyor, Project Manager, Construction Manager, Building Surveyor, etc.
Pero la historia no termina aquí, porque en 1940 se crean los primeros Colegios Oficiales de Aparejadores y en 1955 aparecen las primeras Escuelas de Aparejadores, desvinculadas por primera vez de las Escuelas de Arquitectos como centros docentes con personalidad jurídica propia. Sin embargo, en 1964 a través de un Real Decreto se produce una reordenación de las enseñanzas técnicas en España, cambiando la denominación de las enseñanzas técnicas de grado medio cuyos titulados pasan a denominarse Ingenieros Técnicos y Arquitecto con la adición de su especialidad, por lo que el título de Aparejador pasó a llamarse Arquitecto en Economía y Arquitecto en Ejecución de Obras, sin embargo no es difícil de prever que este Real Decreto fuese anulado por una sentencia del Tribunal Supremo tras diversas reclamaciones, y en 1971 se denominase simplemente Arquitecto Técnico fijándose así parte de las competencias actuales, que fueron completadas con la Ley 33/1992, el Real Decreto 1627/97 y la Ley 38/99 de Ordenación de la Edificación (L.O.E.)
ÁMBITOS DE ACTUACIÓN
Podemos decir que en la actualidad y en líneas generales un Arquitecto Técnico puede ejercer múltiples funciones y profesiones, ya sea como profesional liberal o asalariado, como Técnico de la Administración Pública, Tasador Inmobiliario, Jefe de Producción de cualquier sector, Proyectista (en obras menores), Director de Ejecución, Jefe de Obra y Coordinador de Seguridad y Salud, con conocimientos tanto en mantenimiento, reforma, mejora de la accesibilidad, rehabilitación, demolición de edificaciones, gestión económica, gestión de licencias y de contratación, organización, planificación y control de calidad, así como realizando todo tipo de presupuestos, mediciones, estudios, auditorias, inspecciones técnicas, planes de emergencia y certificados energéticos.
Podemos decir que en la actualidad y en líneas generales un Arquitecto Técnico puede ejercer múltiples funciones y profesiones, ya sea como profesional liberal o asalariado, como Técnico de la Administración Pública, Tasador Inmobiliario, Jefe de Producción de cualquier sector, Proyectista (en obras menores), Director de Ejecución, Jefe de Obra y Coordinador de Seguridad y Salud, con conocimientos tanto en mantenimiento, reforma, mejora de la accesibilidad, rehabilitación, demolición de edificaciones, gestión económica, gestión de licencias y de contratación, organización, planificación y control de calidad, así como realizando todo tipo de presupuestos, mediciones, estudios, auditorias, inspecciones técnicas, planes de emergencia y certificados energéticos.
PRESENTE Y FUTURO
En 2007, por la Adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), conocido como Plan Bolonia, nació el Grado de Ingeniería de Edificación en España, permitiendo a los graduados cursar un doctorado, algo impensable hace unos años para los titulados como Arquitecto Técnico, pero sobre todo abre la puerta para que España se modernice al equiparar los estudios al resto de países europeos facilitando la movilidad y el reconocimiento de esta profesión en el resto del mundo. Sin embargo, debido a que la L.O.E aún no se ha adaptado, no existe en España la profesión regulada de Ingeniero de Edificación y por lo tanto aún las competencias de un Ingeniero de Edificación en España son las mismas que las de un Arquitecto Técnico.
En conclusión, un Arquitecto Técnico es un profesional que combina técnica y gestión en edificación, sirviendo como nexo de unión entre los diferentes profesionales que intervienen a lo largo de todo proceso edificatorio, unido históricamente al Arquitecto pero con una mentalidad más cercana al del Ingeniero, y que ha sabido y sabe adaptarse perfectamente a los cambios que el sector de la edificación ha sufrido a lo largo de más de 5 siglos, pero tal vez demasiado centrado en los últimos años en la obra nueva y en el trabajo “a pie de obra” fomentado en parte por la Burbuja Inmobiliaria y por las Universidades, que en ocasiones se han olvidado de transmitir la amplitud que esta profesión es capaz de abarcar. Sin embargo, el Arquitecto Técnico no ha sabido “venderse” ni dar a conocer los múltiples servicios que es capaz de aportar a la sociedad en el ámbito de la edificación, siendo aún un desconocido para una parte de la población, por eso animo a Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación a investigar y especializarse en nuevos campos de actuación en edificación y a fomentar el emprendimiento creando “Gabinetes Técnicos de Edificación” como una forma de aglutinar nuestras competencias y servicios, dando valor a la profesión a través de la creación empresarial.
FUENTES CONSULTADAS:
E. GONZALEZ VELAYOS: Aparejadores, breve historia de una larga profesión.
L. J. CUENCA LÓPEZ: Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación: una aproximación histórica a sus responsabilidades.
T. FALCON: El aparejador en la historia de la arquitectura .
En 2007, por la Adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), conocido como Plan Bolonia, nació el Grado de Ingeniería de Edificación en España, permitiendo a los graduados cursar un doctorado, algo impensable hace unos años para los titulados como Arquitecto Técnico, pero sobre todo abre la puerta para que España se modernice al equiparar los estudios al resto de países europeos facilitando la movilidad y el reconocimiento de esta profesión en el resto del mundo. Sin embargo, debido a que la L.O.E aún no se ha adaptado, no existe en España la profesión regulada de Ingeniero de Edificación y por lo tanto aún las competencias de un Ingeniero de Edificación en España son las mismas que las de un Arquitecto Técnico.
En conclusión, un Arquitecto Técnico es un profesional que combina técnica y gestión en edificación, sirviendo como nexo de unión entre los diferentes profesionales que intervienen a lo largo de todo proceso edificatorio, unido históricamente al Arquitecto pero con una mentalidad más cercana al del Ingeniero, y que ha sabido y sabe adaptarse perfectamente a los cambios que el sector de la edificación ha sufrido a lo largo de más de 5 siglos, pero tal vez demasiado centrado en los últimos años en la obra nueva y en el trabajo “a pie de obra” fomentado en parte por la Burbuja Inmobiliaria y por las Universidades, que en ocasiones se han olvidado de transmitir la amplitud que esta profesión es capaz de abarcar. Sin embargo, el Arquitecto Técnico no ha sabido “venderse” ni dar a conocer los múltiples servicios que es capaz de aportar a la sociedad en el ámbito de la edificación, siendo aún un desconocido para una parte de la población, por eso animo a Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación a investigar y especializarse en nuevos campos de actuación en edificación y a fomentar el emprendimiento creando “Gabinetes Técnicos de Edificación” como una forma de aglutinar nuestras competencias y servicios, dando valor a la profesión a través de la creación empresarial.
FUENTES CONSULTADAS:
E. GONZALEZ VELAYOS: Aparejadores, breve historia de una larga profesión.
L. J. CUENCA LÓPEZ: Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación: una aproximación histórica a sus responsabilidades.
T. FALCON: El aparejador en la historia de la arquitectura .